Ale Rivero ha cambiado mi vocabulario.
Les cuento: antes yo era un tipo que iba por la vida con sus 124 kilos y su casi 40% de grasa. Ni me preocupaba por la comida, ni por el ejercicio, ni por… Ni por casi nada, la verdad. Había muchas cosas que no me gustaban, que me molestaban, que pensaba que eran inamovibles. «Qué le vas a hacer. Las cosas son así. No puedo cambiarlas».
«No puedo».
Un día, sin más, me levanté por la mañana, me miré al espejo y di cuenta de que, madre del cordero, estaba gordísimo. Le pedí a un amigo el contacto de Ale, me entrevista y empezamos a entrenar. 1 de marzo de 2013.
Demos un saltito en el tiempo.
1 de septiembre de 2014,
87 kilos, cerca de un 20% de grasa en el cuerpo y bajando. Había pasado de no hacer deporte nunca (NUNCA) a hacerlo 5-6 días a la semana, tres con Ale, dos o tres pos mi cuenta. De odiar correr a disfrutar cada uno de los 10 kilómetros que me meto entre pecho y espalda cada vez que voy a la Avenida Marítima o al Parque Romano. De una 54 a una 42 de pantalón. De una XXL a una M.
Puede parecer un tópico, una bobería, pero la principal mejora es mental. En estos seis meses me he demostrado muchas cosas a mí mismo.
Ya no sé decir «no puedo».
Y no acepto, no permito, que nadie me diga que no puedo. Sí puedo. Puedo, porque lo estoy haciendo. Puedo, claro que puedo. Pensaba que no podía, y hace seis meses habría dicho «no, no puedo» a cualquier reto complicado que se me planteara. Pero hoy no. Porque Ale no sólo me ha ayudado a estar más sano y más fuerte.
Lo importante de verdad es que ale Rivero ha cambiado mi vocabulario.
Leave a Comment